FOTO ARRIBA (AMPLIABLE): Además, podeis observar lo bien cuidado que lo tenía Don Aniceto.

FOTO ARRIBA (AMPLIABLE): Aquella luminaria con distintas intensidades (dependería de la potencia de la bombilla) rodeadas de unas pseudo láminas de madera (realmente creo que eran de un plástico ligero). Dichas láminas recuerdo que al golpearlas con la mano sonaban a huecas y de mala calidad.

FOTO ARRIBA (AMPLIABLE): Aquel recinto cerrado poseia unas preciosas paredes de falsa madera plastificada llenas de vetas. Poseía un suelo de manchas inclinado hacia el escenario. En su parte superior se encontraba el gallinero cuyas butacas de piel azulada tenían sus asientos abatibles permitiendo entrar a la fila sin molestar en demasía a los que antes habían llegado.

FOTO ARRIBA: Las butacas abatibles forradas de vinilo azul claro (aunque las de foto son butacas de la parte baja del salón nos sirven como modelo ya que las del gallinero eran idénticas).

FOTO ARRIBA (AMPLIABLE): Unas grandes cortinas afelpadas de tono azul oscuro cubrían el fondo del escenario. La luminaria de las paredes eran peculiares. Su forma de triángulo invertido (solo ubicadas en el escenario) daba la sensación de grandes teas en contraposición de las cuadradas que tenían el resto del salón.

FOTO ARRIBA. Si os fijais un poco en el video de la sección "Salón de actos videos" podreis ver al famoso Hermano Inocencio. En esta foto lo tenemos en contemplación exigente.
Hombre recto y disciplinado que custodiaba a los alumnos que iban los sábados a recuperar y a formarse como grandes ciudadanos. ¡Un gran hombre!

Comentarios: 6
  • #6

    Alberto F. (lunes, 26 octubre 2015 13:47)

    Discrepo J.L.
    Cierto es que a veces podría pasarse,pero...y nosotros, exasperábamos a cualquiera.
    Fuera los palos. Verdad. Pero, antes tales bárbaros..que podríamos hacer.

  • #5

    J.L. (domingo, 10 mayo 2015 13:40)

    Hombre!! Decir que D. Inocencio nos mamporreaba por nuestro bien creo que es pasarse un poco. Yo estuve una vez un sábado recuperando y la verdad que no pasó nada. Pero, cuando impartía clases, a veces se pasaba.

  • #4

    J.C. (sábado, 04 abril 2015 02:24)

    Otro uso del salón de actos, ya comentado, era las sesiones del cine, tanto las abiertas al público, como los ciclos, como las proyecciones a las que bajaba por turnos cada clase para verlas.

    Hubo otra ocasión superépica (¡qué bonito y qué maravilloso nos pareció a todos esto también). Lo recordarán seguro todos los que tuvieron la edad para estar en el patio de butacas en aquel entonces. Fue en el año 73 o 74, y consistía en una imitación del concurso Un, dos, tres, responda otra vez, en la época de Kiko Ledgar. Varias parejas de alumnos subían al escenario a contestar las preguntas de la clásica primera parte: "Por 25 ptas (supongo que sería caramelos, no pesetas) cada respuesta acertada, dígannos palabras que empiezan por H, por ejemplo, huevo. ¡Un, dos, tres, responda otra vez!… _Huevo, hacha, hilo, hada,… Así hasta que el tiempo se acababa o D. Cicuta detectaba repetición (hablamos de la primera etapa del programa televisivo, no había supertacañones). Y luego la subasta, en la que cada clase aportaba un regalo y la pareja ganadora de la primera parte, tenía que ir eliminado lo que les iba ofreciendo el presentador (que no me acuerdo quién fue ni lo que ganaron los concursantes). Pero qué bonito que fue, porque no era una obra de teatro, era un reality, era real lo que pasaba sobre el escenario, y además parodiando ese programa tan fascinante que todos seguíamos puntualmente por TV cada lunes, cuando la televisión era televisión.

    También el escenario del salón servía para cosas más aburridas, como reuniones de padres -cuando eran muy numerosas-, las charlas de orientación universitaria para COU, los ensayos para selectividad consistentes en hacer el resumen de una conferencia pronunciada por un profesor, etc.

    Una de las conferencias que más me gustaron -la cual creo que entraba dentro de ese ciclo citado, pero un año antes también, por pura divulgación científica-, fue la de astronomía que nos dio D. Pedro Botella (inolvidable profesor de Matemáticas en BUP y COU, apodado "el Pollo" por el color sonrosadete de su piel). ¡Qué maravilla!... Nos explicó el porqué de las estaciones, de los "movimientos" del sol en el cielo tomando como origen de coordenadas la Tierra quieta, que el sol no "sale" por el este más que dos veces al año, que la Tierra no sólo tiene el movimiento de rotación y traslación sino muchísimos más… Todo se comprendía, era un chorro de luz sobre nuestra realidad cotidiana, que nadie nos lo había explicado tan claro y con tanto detalle.

    El momento más triste relacionado con el salón de actos, era cuando salías porque había terminado el acto que fuera y tocaba volver a clase… ¡Hombre, no! De los salones de actos se sale para irse ya a casa, no para volver a clase. ¿Cómo le sentaría al público de un cine si, al salir flotando en una nube, se tuvieran que poner a trabajar antes de un cuarto de hora? ¡Qué plof!

  • #3

    J.C. (sábado, 04 abril 2015 02:24)

    El salón de actos tenía un olor muy especial, pero también exhalaba otro olor que no era físico sino espiritual: olía a magia, porque lo que allí se hacía era siempre especial, era una variación en la rutina. Siempre nos encantó entrar en el salón de actos, para lo que fuera.

    Yo estuve entre bastidores en 1º de EGB, en 6º y en COU. Los muy pequeños hacían obras de teatro para los padres -creo recordar que en mi caso iba vestido de árbol, con hojas de papel charol pegadas y un papel celofán amarillo (no sé para qué), dirigido por la señorita Lourdes en una composición teatral de la que nada más me acuerdo-. Después, en 6ª también participé en una obra musical dirigida por D. José Manuel Barbié, sobre el Hércules y el Barcelona, con melodías clásicas de la zarzuela y del cancionero popular que el profesor tocaba al órgano electrónico, y con la letra cambiada para escenificar un encuentro de fútbol. Fue muy original y conectaba con un tema que a la mayoría interesaba. Y luego también salí en COU, en relación con la obra de teatro acostumbrada.

    Como espectador, hay que referirse en primer lugar a la asistencia a las ya citadas obras de teatro de COU, pero esta vez cuando todavía estudiábamos en cursos anteriores y era la obra de "los mayores", los míticos chicos de COU (todavía resuena en mis oídos el grito de animación en el partido con los peques, en los que ellos jugaban por parejas con los tobillos atados para darles ventaja. Era COOOOOUUUUU, COOOOOOUUU). Bueno, pues en esas dramatizaciones aprendimos todos lo que era el tonillo típico del mal actor, es decir, cómo hay que recitar el guión para que el público diga: "se nota que está actuando, qué mal lo hace". Es un tono tan particular que casi hace gracia y vale la pena por sí mismo. También era muy característico en estos montajes el abuso de los efectos de luces; claro, como había luces de colores, pues¡hala, a utilizarlas!: todo verde, todo rojo, ahora amarillo, ahora penumbra, ahora mucha luz, etc. Sólo hay una obra entre todas, que me pareció sublime: no sé el año que fue, debió de ser por los setenta y muy pocos, pero ¡qué risa! Los pequeños nos volvimos locos con esa obra: cada tres segundos riéndonos. Únicamente recuerdo que salía un vampiro -la cosa iba de vampiros y de Drácula- y el único gag que me viene ahora a la memoria, es el de un actor que hacía como si llamara a la puerta de una casa, le preguntaba otro _"¿Quién es?", y respondía: _"Avón llama." (palabras que identificábamos con el popular anuncio de productos de estética: "Avón llama a su puerta").

  • #2

    anonimo (lunes, 30 marzo 2015 22:05)

    El primer día de clase de septiembre y en un salón lleno de alumnos y padres, el director hacía una presentación del nuevo curso, acompañado de todos los profesores, que se sentaban alrededor del director en una mesa larga en el escenario. Después cada profesor nombraba a sus nuevos alumnos e íbamos formando en el pasillo lateral. Después salíamos por la puerta lateral del salón (una doble metálica que daba al patio norte) y nos dirigíamos en fila al aula. Aquel día no había clase, sino que el tutor o profesor realizaba una pequeña presentación y volvíamos a casa. Tanto los padres como los alumnos que se arremolinaban en el salón de actos esperaban con expectación qué les iba a tocar en el nuevo curso.

  • #1

    civitas, Sat Apr 13, 5:48 pm (viernes, 13 diciembre 2013 18:18)

    Y un poco más atrás a su derecha a Rius